sexta-feira, 11 de abril de 2008

REFLEXIONES DE UN PRACTICANTE DE ARTES BUDO

Las Artes Marciales en el paredón

Hace tres décadas me me inicié en las Artes Marciales, en la segunda mitad de los 70,

Entonces no se veia la lucha mordaz por el poder y el control politico dentro de ellas, al menos parecia. Al transcurrir los años mis primeros profesores comenzaron a parecer diferentes después que nosotros, alumnos bisoños ibamos ganando experiencia, y junto con el aprendizaje técnico se comenzaba a manifestar una nueva visión en relación al trato y al comportamiento de estos “maestros”. Comenzabamos a desarrollar esa nueva visión como producto de una práctica exaustiva y sincera junto con una búsqueda espiritual

La intención parecia era la de dosificar el conocimiento, manteniéndonos en una especie de aislamiento , a los menos graduados. Las elites luchaban por mantener el control y el dominio de las organizaciones, a veces eso se manifestaba de forma patética.

Sólo algunos conseguimos librarnos de esa especie de chantaje, que nos obligaba a ser fieles con argumentos como “sólo existe un sensei” (quien se atrevía a entrenar con otro sensei era practicamente excomulgado del grupo). A raiz de eso me pregunto por qué Gichin Funakoshi tenia dos maestros (Azato e Itosu) y nadie decia ni dice nada?

El propio Shigeru Egami entrenó con Ueshiba Sensei, Hokken Inoue e Gichin Funakoshi. Y nadie dice nada?

Se supone que la práctica de las Artes Marciales debe ser una práctica de liberación y no una practica de esclavitud, por lo menos era eso lo que pregaba en los inicios de estas artes, influenciadas por el Shintoismo, que ofrece la abundancia, la lealtad al soberano, el culto a los ancestrales, la piedad filial. Él cree en la pureza divina y la bondad inata.

El Confucionismo enseña las cinco relaciones morales enunciadas por Confucio, a saber: entre señor y servidor, entre padre e hijo, entre marido y mujer, entre hermanos mas viejos y mas jóvenes y entre amigos.

El Budismo que daba una calma confianza en el destino, sumisión silenciosa a lo inevitable compostura estoica al frente del peligro o la calamidad, desapego a la vida y des-temor ante la muerte, su método es la contemplación y el objetivo: llegar a la convicción de que existe un principio universal en todos los fenómenos y coloca al hombre en armonía con el Absoluto.

Posteriormente el Budismo Zen fué incorporado al modo de vida del guerrero y modifico radicalmente la visión aceptada hasta entonces.

Desde el alba de su historia, el ser humano ha manifestado el deseo de superarse en fuerza y en sabiduría, aspirando a alcanzar la fuerza más grande y la más alta sabiduría.

Pero, ¿cómo se puede llegar a ser fuerte y sabio a la vez? Está la Vía del Zen y de las Artes Marciales Clásicas. El Zen ha enseñado siempre las dos Vías en una sola: desarrollo de la fuerza y de la sabiduría. Ambos aspectos son necesarios e inter-dependientes.

El desarrollo de la fuerza únicamente conduce al embrutecimiento, a la competición y al orgullo. Muchos problemas y dificultades surgen de esta actitud unilateral. Por otra parte, un Budo débil con una sabiduría sin Fuerza (interna) es ineficaz y no puede transformarnos ni actuar sobre el mundo.

En las Artes Marciales Tradicionales se desarrollaba la fuerza necesaria y al mismo tiempo la sabiduría para controlar y dirigir esta fuerza hacia una dimensión elevada. Esta dimensión no puede ser otra que el conocimiento de sí mismo, del propio cuerpo y espíritu, unificarse y reconciliarse consigo mismo.

Las Artes Marciales modernas están en general muy lejos de su espíritu original. Hoy día se han convertido en un deporte, en una competición, y sus practicantes están lejos del espíritu y del ideal del Bushido (camino del guerrero) auténtico.

Cuando la enseñanza Zen y el espíritu del Bushido llegaron al Japón, el país estaba envuelto en continuas luchas sangrientas entre los distintos clanes y feudos. Progresivamente, el Zen y el espíritu de las artes marciales tradicionales chinas consiguieron “detener el sable” y convertirlo en un soporte de meditación e introspección. Así surgió el kendo, la esgrima japonesa. En cuanto al arco y la flecha, su objetivo dejó de ser el corazón del “enemigo”. El blanco perdió importancia, el verdadero blanco fue, a partir de entonces, el propio espíritu ilusorio y limitado por las concepciones estrechas de nuestra personalidad. Así nació el kyudo, la vía del tiro con arco. Posteriormente entraron em escena el Judo, estructurado por Jigoro Kano, el Karate – Do creación de Gichin Funakoshi , el Aikido codificado por Morihei Ueshiba, el Shinwa-Taido o Shinen-Taido de Hokken Inoue y últimamente el Shintaido creación de Shigeru Egami y Hiroyuki Aoki.

La visión superior de las Artes Budo permite controlar el cuerpo y el espíritu y nos hace superar la personalidad estrecha, el ego, sus impulsos y su afán de conquistar y vencer a los demás.

Por contradictorio que parezca, el secreto del kendo, la vía del sable, es no desenvainar nunca el sable, es decir, desarrollar una fuerza y una sabiduría espiritual capaces de intuir con antelación la posibilidad de luchar y evitar que esas posibilidades se hagan reales. Esos son los objetivos de todas las Artes Marciales antes mencionadas, mas, no debemos confundir el Budo con actividades de carácter deportivo, recreativo , competitivo o control político. As Artes Marciales son esencialmente un Camino de Liberación y Auto-realización.